Ennio Morricone estará en Santiago -el 19 de Marzo- interpretando una muestra relevante de sus composiciones de bandas sonoras para el cine. Y será solo dos días antes de la celebración de Semana Santa, en una coincidencia casual, pero de profunda significancia. El autor y compositor itálico nos ha conmovido con notables composiciones que solo pueden gestarse desde un alma con una sensibilidad excepcional. A Morricone no cuesta admirarlo. Moros y cristianos, por decirlo de una forma, habrán sido capturados por alguna de sus bandas sonoras. Y es que este viejo amigo de “emociones fílmicas” es un “maestro”. Con su música no solo enriquece los momentos y sentidos de las distintas escenas de las películas, sino que devela el sentido más profundo de aquello que es el mensaje implícito detrás de cada Film,…y es quizás este uno de sus grandes méritos, ya que a su haber tiene bandas sonoras completas de películas legendarias, las que son verdaderas joyas musicales. Por si no lo saben, tiene más de cincuenta años en estas lides, y más de “500” bandas sonoras a su haber.
En una entrevista televisiva, señaló que él solo interpretaba y tocaba “su” música, la que él ha compuesto, y nunca otra. El hombre es sabio. Nadie mejor que el propio autor para interpretar y darle ese “feeling” especial a su propia composición. Gracias a su profesionalismo, Morricone ha logrado increíbles aciertos musicales, “innovador en el arte de crear sonidos” para el cine. “Poseedor de una concepción melódica inusual, nos ha obsequiado algunas de las partituras más bellas de la historia del cine”, de aquellas que nos invaden el alma y se adentran en lo más recóndito de nuestras propias “nostalgias afectivas”. Porque precisamente Morricone es el acompañante invisible, a través de sus composiciones, de nuestras propias emociones. Y es que este gran maestro contemporáneo tiene la talla de los grandes artistas itálicos de la historia de la humanidad. Parece que en su esencia, Morricone posée un don de la sensibilidad poco usual, y ello va de la mano con grandes
películas, como “Sacco y Vanzetti” (1976, de Giulio Montaldo) “Novecento” (1976, Bernardo bertolucci), “Erase una vez en América” (1980, de Sergio Leone), “La Misión” (1986, de Roland Joffré), “Cinema Paradiso” (1988, de Giuseppe Tornatore). Donde más se refuerza la belleza y maestría de su música, en mi opinión, es cuando ha escrito las partituras musicales para sus amigos Leone y Tornatore, destacados directores y cineastas italianos. Probablemente ello sea porque ellos llevan el sello de la “italianidad” en el cuerpo, y por cultura, son sensibles, cálidos y con un sello inconfundible de humanidad. Hay una “sincronía cultural” entre ellos. Y en buena hora mis estudios básicos y medios los realicé en la “Scuola Italiana Arturo Dell’ Oro” en Valparaíso, ya que aparte de lograr ver el mundo desde la óptica de esta sensibilidad cultural, he tenido la fortuna de poder captar dicha “sincronía”, que fácilmente nos lleva al mundo de las más rescatables y hermosas expresiones de nuestra propia emocionalidad.
películas, como “Sacco y Vanzetti” (1976, de Giulio Montaldo) “Novecento” (1976, Bernardo bertolucci), “Erase una vez en América” (1980, de Sergio Leone), “La Misión” (1986, de Roland Joffré), “Cinema Paradiso” (1988, de Giuseppe Tornatore). Donde más se refuerza la belleza y maestría de su música, en mi opinión, es cuando ha escrito las partituras musicales para sus amigos Leone y Tornatore, destacados directores y cineastas italianos. Probablemente ello sea porque ellos llevan el sello de la “italianidad” en el cuerpo, y por cultura, son sensibles, cálidos y con un sello inconfundible de humanidad. Hay una “sincronía cultural” entre ellos. Y en buena hora mis estudios básicos y medios los realicé en la “Scuola Italiana Arturo Dell’ Oro” en Valparaíso, ya que aparte de lograr ver el mundo desde la óptica de esta sensibilidad cultural, he tenido la fortuna de poder captar dicha “sincronía”, que fácilmente nos lleva al mundo de las más rescatables y hermosas expresiones de nuestra propia emocionalidad.Descubrí a Morricone a través de una grandiosa serial para la Televisión, allá por la década de los 80: “Marco Polo”. No recuerdo en estos momentos quien fue el director. Solo me viene a la mente el intensivo uso de la “viola” en la banda sonora, en un conjunto melódico que nunca me dejó indiferente. Y parte de la historia de Marco Polo, en China, fue narrada no solo por las imágenes y secuencias cinematográficas, sino que por la banda sonora de Morricone, logrando a través de la “viola” acompañar a Marco Polo por la soledad de las estepas chinas…..
Hoy, es una fortuna increíble tener a un gran maestro de su talla en Chile. Y vaya de mi parte una felicitación al pueblo Italiano, que cuenta con un compositor de todos los tiempos, que hará historia como uno de los más grandes entre los grandes. Un voto de aprobación a Celfin Capital que ha financiado su venida, "e un saluto, un abraccio ed una congratulazione di orgoglio agli iltaliani residenti nel Cile",....
Me despido "nostálgico" con una de sus obras,…por favor escúchenla…
Sergio Praus
Desde Punta Arenas
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